Drama y victoria
Parece que no hay otra manera de entender las cosas, que se necesita la contrariedad, el destino adverso, la dificultad para salir adelante. España ganó a Paraguay, sin apenas jugar por la banda derecha y con una defensa endeble; también metió todos los goles, haciendo el chiste fácil. Pero la mejor defensa, siguiendo las tácticas de la guerra relámpago, es un buen ataque. Y los hubo, con una alegría desordenada y hermosa, libre y, por tanto, algo caótica y casual. Quizás ese sea el fútbol que más me guste, el más cercano al patio de colegio, y el que ha hecho de este deporte un fenómeno mundial: no creo que exista juego que más se parezca a una partida de caza de una tribu del Paleolítico, tratando de capturar esa fugaz pieza que está al otro lado de la raya de la portería. (Quizás esa sea la razón por la que en Estados Unidos no acaba de cuajar. Allí necesitan juegos de confrontación neodarwinista, donde prima el reto personal y con resultados inmediatos: como su economía).
Una nota. El bravucón de Chilavert se comportó como un caballero. Le honra. Y tiró a puerta un tiro libre casi perfecto. Sólo faltó que Casillas no lo hubiese parado.
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