viernes, 7 de junio de 2002

Contra los elementos

Y Argentina perdió con un penalti inexistente y pícaro. Cuando las olas son tan grandes que tapan las antenas de los pesqueros, cuando se encrespan sobre las embarcaciones hasta hacerlas desaparecer en los radares de los mercantes, se dice que hay mar arbolada, un bosque de agua en el que hay que avanzar y superar las dificultades. La gran selección argentina luchó contra ese enemigo con la tenacidad de un pescador en la galerna, pero el esfuerzo fue fútil. Tan armada estaba la defensa inglesa como bien organizada la delantera argentina, pero sólo sirvió para que se estrellase contra los acantilados de color rojo que defendían la portería. Un sueño que parece desvanecerse contra una realidad cada vez más cruel.

Ojalá la vida fuese como el fútbol, que la esperanza, la felicidad, las ilusiones, se pudiesen alcanzar con tanta facilidad, como tantas veces se consigue en el verde campo de los sueños, tan sólo corriendo tras un balón. Tengo el convencimiento que hoy Argentina se ha levantado más triste y desesperanzada.

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