sábado, 15 de junio de 2002

25 años y unos votos

Se conmemora, con lujo mediático, los 25 años de las primeras elecciones democráticas en España después de la Guerra Civil. Ver las imágenes de la época provoca rubor y desconsuelo (¿cómo podíamos ser tan gárrulos?), y también extrañeza sobre las muchas virtudes que tuvo que inventar un pueblo atrasado, con políticos amanerados o inexpertos, para votar y que "no pasase nada". Eran días de libertad vigilada por los militares, dónde todos los españoles medianamente informados sabía el nombre y rango de los miembros del Estado Mayor de la Defensa. Hoy nadie lo sabe ni le importa. En las televisiones se emiten reportajes que esconden los pasados vergonzosos de los políticos en activo, y avergüenzan a los ya pasados con su ridículo a fecha fija. Todos cuentan una verdad conveniente, a día de hoy.

Pero yo sí me acuerdo. Era un niño. No había clases. Se convocaron elecciones en día laborable para evitar la abstención. Por donde entraba todos los días al colegio había una cola de gente que iba a votar. Me sorprendía que algunos vecinos estuviesen en las mesas, con pegatinas sobre las camisas del PSOE o del PCE. Eran las bestias negras de mi padre, los que iban a llevar a la ruina a España. También había policías, muchos. Había sobre todo, desconfianza, en la izquierda y en la derecha; y por encima de todo, una pizca de esperanza, la que ya no le queda a nadie cuando cada más o menos 15 meses toca votar por alguien en este país.

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