La mirada anónima
El escritor lucha entre su imagen pública y un necesario anonimato que le permita observar, aprender, con la libertad de quién es ajeno. La norteamericana Donna Leon confesaba su secreto en la Semana Negra: "No tengo la enfermedad americana de la ambición. Elegí vivir en Venecia por muchas razones y decidí que mis libros no fuesen traducidos al italiano". Una elección curiosa, cuanto menos, en esta autora de cuerpo menudo que ha recorrido medio mundo dando clases a las legiones del imperio por sus muchos cuarteles: Arabia Saudí, Japón, la propia Venecia, de donde saca el universo tranquilo y un poco desencantado en el que viven sus personajes, y una visión crítica de la sociedad occidental a la que todos pertenecemos. La renuncia a los posibles derechos de autor que conseguiría en Italia se compensan con el éxito que tiene en Alemania y Francia, y en los últimos años, en España, donde el boca a boca ha sido su mejor publicidad. "El éxito me resulta ridículo, embarazoso. Es algo que nunca busqué", comentaba con sinceridad. Es mejor que los libros hablen por uno, que su culto comisario Brunetti vaya desentrañando con calma las tramas de un país, como el italiano, donde la picaresca y un cierto conformismo han construido un espacio de convivencia no siempre pacífico. (11/07/02)
viernes, 12 de julio de 2002
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