martes, 20 de agosto de 2002

Chillida
Elogio del Horizonte (detalle). Escultura de Eduardo Chillida. Cerro de Santa Catalina. Gijón.

Al regreso, descubrimos que Eduardo Chillida ha muerto. Los últimos años padecía la cruel enfermedad del olvido y su voz, dibujando el aire que rodearía con sus esculturas, hacía mucho tiempo que se había apagado. Lo recuerdo como un hombre afable, con la sencillez que tienen los que son muy inteligentes que les hace asombrarse ante casi todo a lo que los demás nos pasa inadvertido, atento a todo, a las palabras amables y a las duras, apasionado y tranquilo. Le gustaba escuchar a la gente sencilla, la que decía de sí misma que no sabía nada de arte y él les hacía más sabios que todos los críticos, y recordaba y repetía esas palabras como el mayor de los éxitos y de los elogios. Trabajó la forma de una manera en la que nunca necesito poner una firma: cualquier escultura suya era reconocible y nunca estaba repetida. Al final logró uno de sus sueños, y su hermoso caserío-taller, se convirtió en el museo que siempre había soñado Muchos le recordarán por el Peine del viento en San Sebastián. En mi ciudad quedará el Elogio del horizonte, una escultura que se eleva sobre el mar y que deja entrar en su interior en el rumor de las olas que rompen a los pies del acantilado que preside. (20/08/02)

No hay comentarios: