Elogio de la ignorancia
En la región del mundo en la que vive el editor de esta bitácora existe una peculiar manera de hablar, influenciada por una lengua que hace doce siglos, existió. La lengua la llaman asturiano o bable, aunque en los manuales de lingüística aparece como leonés. En palabras de Antonio Ruiz Vega el bable o “asturleonés fue una de las lenguas romances que sucedieron al latín. Su expansión al comienzo de la reconquista auguraba, ligada como estaba a la empresa imperial del reino de León, un gran futuro. Pero la rotundidad sonora del castellano, tan tributaria del vascuence, venció a este dialecto como acabó también con otros y a punto estuvo de laminar al resto. El bable, que se habló en todo el reino de León, en las extremaduras leonesas y que llegó con sus modismos hasta la lejana Huelva , es hoy una reliquia histórica circunscrita a algunas comarcas del Principado”.
El actual gobierno del Principado, en el cual está Izquierda Unida quiera hacerlo lengua oficial. Lo cierto es que nadie lo habla. Quizás muchos no hablemos bien español, pero no es el caso. El asunto es que se quiere imponer, que no recuperar, y está en los planes de enseñanza, pero con poco éxito. Su implantación vino acompañada de una importante campaña de propaganda en radio y televisión., pero los alumnos de secundaria más inteligentes lo obvian y prefieren estudiar como segunda lengua extranjera inglés o francés, o alemán. Es una maría una asignatura en la que se aprueba sin hacer nada y a la que nadie tiene en consideración.
Hace poco una de estas profesoras de lengua asturiana defendía la importancia de su asignatura con estas palabras: “dicen que no sirve para nada estudiarla. Yo estudie francés y tampoco me valió para nada”.
Mirando las páginas de la consejería de Educación se descubre que hay profesores de lengua asturiana dando clase cuya puntuación como funcionarios es cero. Para dar clase de Biología, la lista anda por los 55 puntos y así el resto de las asignaturas. El máximo ronda setenta.
Con profesores de asturiana con ese pensamiento y cero puntos estamos metiendo en la escuela a la ignorancia una que no va a acabar nunca, la de la aldea, la de la tribu, la del pensamiento reduccionista. Y preocupa.
jueves, 23 de septiembre de 2004
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