Negación de la filosofía (moderna) en dos partes
Recientemente, mientras revisaba los restos de un conocido naufragio, hecho que había advertido Paulanet, en otra cala encontré un artículo malintencionado y bochornoso, tanto en forma como en contenido, respondiendo a una reseña literaria que había hecho tiempo atrás un buen amigo periodista, compañero de algunos de los que leen estas líneas y al que siempre tuve y tengo en estima y aprecio profesional. Lo curioso es que el artículo originario de esta polémica era una reseña crítica que no negaba elogios ni valía al encausado, pero sí denunciaba la vacuidad de su último libro. Según este amigo periodista, el autor se regodeaba en unos centenares de páginas para no acabar diciendo otra cosa que la recogida en el título del volumen, que no mencionaré, y de cuya autoría se hacía responsable un conocido filósofo. Una reseña hecha con interés y rigor, de alguien que había leído el libro, asistido a la presentación del mismo y contado lo visto, oído y entendido a su leal saber y entender. Lo curioso del caso, y este es el motivo de reflexión, fue la respuesta, cercana al libelo, efectuada en una publicación marginal de la red, patrocinada por el agraviado, en la que se dedicaban a insultar al redactor, desprestigiar su carrera profesional, descalificarlo por haber estudiado en una determinada universidad, y todo por cometer el periodístico pecado de haber efectuado tal reseña, firmada con su nombre, y con una dirección de correo electrónico al pie, a la que, huelga decirlo, no llegó ninguna carta sobre el tema. Sí, la nota insultante llevaba firma, de alguien, según se podía entrever de la cuadra del filósofo en cuestión o de sus aledaños y quien decía ser, terrible, licenciada en filosofía.
viernes, 8 de noviembre de 2002
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