domingo, 22 de septiembre de 2002

Caro Diario.
Luna nueva. De niño, en los veranos míticos de la infancia en la "tierra de campos" donde los norteños íbamos a secar nuestras humedades veraniegas, se veía salir en septiembre una enorme y rojiza luna poco después de que el sol se pusiese, una luna a la que llamaba con lógica infantil "nueva". Parecía recién nacida y estaba absolutamente completa. Después me explicaron que no, que esa que veía era la llena y que la nueva era en la que no aparecía, en la que las estrellas mandaban, la luna vivía tragada en la oscuridad y que a partir de ese momento comenzaría a crecer, a volver a ser ella misma. Acaban de terminar los días bajo el influjo constante de las mareas. Es tiempo de cosecha y de esperanza, de crecer, de volver a ser. Gracias por estar ahí.

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