viernes, 1 de octubre de 2004

El efecto Bach
Un jardín parabólico


El jardinero sabe que la calma, el silencio no es un presagio de nada bueno. Ese momento en el que el viento se calma y el murmullo de las hojas deja de existir, ese minuto en el que las briznas de hierba parecen convertirse en espejo verde, esa exhalación en la que el bosque cercano calla, sin insectos, pájaros ni alimañas, no suele traer nada bueno a continuación. Cuando todo se para algo está por venir. Como la ligera subida de la temperatura, quizás, un grado o dos, que precede a la copiosa nevada, como la calma absoluta del agua antes de la galerna, el silencio es signo de cambio, las más de las veces de tormenta, vendaval, catástrofe. Es un recurso expresivo que usa el cine, la publicidad y también la televisión, una forma de atrapar al espectador antes de que todo comience, de que todo acabe. Pero la televisión no se puede permitir el lujo del silencio, y usa, en cambio, en demasiadas ocasiones, la música de Bach para delimitar espacios y abrir brechas de dramatismos y poesía poco comunes.

(...sigue)

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