jueves, 20 de marzo de 2003

El origen de las cosas
Arabia son unos ojos que miran el desierto...

Bromeaba, unos días atrás, Álvaro Ibáñez , diciendo que había encontrado una bitácora que no hablaba de weblogs. Hoy creo que no hay sitio en la red que no hable de la injusta guerra en la que, como siempre, la primera víctima es la verdad. Tendremos pues, que conformarnos con las impresiones, que no informaciones, de los corresponsales de las televisiones, tratando de narrar lo poco visto y oído, encerrados en un hotel en el que suele haber más micrófonos escondidos que periodistas. Es inútil narrar la sensación de vértigo y desamparo que se vive en un país en guerra para alguien que nunca haya estado allí. El que esto suscribe lo sabe, y por tanto, conoce la dificultad de primera mano. Escucharemos conjeturas y veremos cielos verdes bajos los fuegos de los bombardeos. Mientras tanto sólo nos queda la protesta desde este pequeño púlpito o atalaya, según se mire y dejarse mecer por la frenética información convertida en espectáculo en laberíntico zapping por las televisiones del mundo, o refugiarse en el origen de la cosas, y haciendo caso a Vallín , desconectar todo, regresar al cine, y ver en DVD la versión restaurada de Lawrence de Arabia en busca de explicación, mítica en este caso, a todo esto.

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