El revés de la trama
Un jardín parabólico
El cuidado de un jardín acaba exigiendo dedicación y cuidado, cosa sabida. Una vez definido el espacio físico, y su significado con respecto al conjunto, es necesaria la tala en el parterre, la limpieza de rastrojos, y sobre todo, el arrancar con constancia las malas hierbas que aparecen en las distintas partes, para no arruinar el conjunto. La vigilancia se vuelve costumbre, y lejos de llevar al que esa responsabilidad tiene a la paranoia, es la meticulosidad la consigue el aspecto deseado, cuyo objetivo es una belleza despreocupada y ajena, a los ojos del paseante, del trabajo que se ha llevado a cabo para obtener los resultados que aparecen a la vista para el disfrute. Del jardín, al final, lo único que importa, es la armonía del conjunto y no el trabajo que ha llevado conseguirlo o las técnicas que han sido utilizadas para ello, materias ambas que no importan para quien del jardín disfruta, y que nunca deben de ser necesarias para que el regocijo sea oportuno. (sigue)
martes, 2 de diciembre de 2003
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario