jueves, 9 de diciembre de 2004

La bondad y la estupidez
Un jardín parabólico

En la ficción popular de las tres parcas siempre existen, en su abigarrado esquema de guiones, unos actores secundarios, o mejor dicho, de reparto como siempre se han llamado en este país, que aseguran la continuidad de la serie. Su presencia amalgama las tramas, en general, pueriles de sus protagonistas, y permite que el espectador perciba una idea de unidad en todo lo contado. Pero en ello existe una exasperante conste: que los secundarios son, mayoritariamente estúpidos, y por tanto, es inconcebible otra idea, bondadosos. Lo cierto es que el mundo está más lleno de estúpidos malvados que de inteligentes maliciosos, pero aún así, se prefiere mantener en vigor el arquetipo social en el que el tonto, ha de ser bueno, cuando lo único que le confiere una cierta bondad es su incapacidad para hacer el mal de manera compleja o refinada.
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