Alcanzar los cielos
El hombre tocó los cielos cuando el Sputnik comenzó a dar vueltas alrededor de la Tierra. Aquello nos hizo sentirnos pequeños, observados y frágiles, asomados con una pequeña radio a la inmensidad del océano cósmico. El Sputnik siempre me ha parecido la perfecta estrella de Belén, la marca indeleble de la voluntad rompiendo la noche, el cometa perfecto creado con nuestras propias manos. El pequeño satélite, que Korolev construyó y regaló al mundo, giró y giró unos cuantos meses, con sus antenas como cola, transmitiendo un pequeño pitido desde las estrellas, dando la vuelta a la Tierra cada poco más que hora y media, e hizo que las navidades del año 1957 tuviesen un sobrecogimiento y una sensación diferente que acabaría pocos días después de Año Nuevo al querer volver a casa, un cuatro de enero, quemándose en el intento. Él nos demostró que se pueden conquistar los cielos, como tantas otras cosas. Feliz Navidad, Feliz Año a todos.
Aquí les dejo el sonido del Sputnik cuando todavía rodeaba la Tierra.
Pero la ciencia no es perfecta. He descubierto, ayer lo comentaba por teléfono con Bear y Cantorpistola, que dos de mis proveedores de correo electrónico han bloqueado mis cuentas y que desde el 17 de septiembre hasta el 12 de diciembre de este año hay un gran vacío, que incluye las direcciones de muchos a los que quiero y con quienes me gustaría contactar; sepan que acá estoy y que les espero. Pónganme un correo con su dirección postal y sus números de teléfono actuales. Tan sólo tienen que pulsar el botón de contacto y ya está.
martes, 24 de diciembre de 2002
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