martes, 1 de mayo de 2007

Las librerías

Antes hablábamos de que un disco duro viejo, a un CD de resguardo es como una biblioteca abandonada, o una librería de viejo. Entre el polvo y el bric-a-brac reinante en cualquier cosa así me encuentro con un artículo del que no recuerdo la razón para haberlo guardado. Supongo que en aquellos días (está fechado el 8 enero de 1997) me bajaba los artículos de opinión de El País y después los leía. Unos pocos han sobrevivido físicamente. Este fragmento del titulado Las Librerías, escrito a consecuencia de la enésima quema de la librería laguna de San Sebastián por la infame y falaz Izquierda Abertxale, contenía un párrafo de encuentro con el mundo verdaderamente entrañable. Es, claro está de Antonio Muñoz Molina.

"De las promesas que guardaban las ciudades lejanas a las que uno soñaba con viajar, las más deseadas eran la promesa de las mujeres y la de las librerías, seguida muy de cerca por la promesa de los cines donde se proyectaban películas en versión original. Escapado de su provincia, uno viajaba a las ciudades, a las mujeres, a las librerías y a los cines como al reino adelantado de la democracia que aún no había llegado al país. Al final, claro, los sueños no resistían el agrio choque con la realidad, la democracia no llegaba, las mujeres no nos hacían caso, la capital nos era inabarcable y hostil, pero siempre quedaba el refugio de los cines y de las librerías, donde se disfrutaba simultáneamente, ahora me doy cuenta, de dos de los mejores entusiasmos que uno puede sentir, el de la libertad política y el de las imágenes y las palabras impresas, que en el fondo puede que sean un entusiasmo único".
Enviado por Marcial Castañón

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