martes, 25 de febrero de 2003


Condenar la máquina
En el lenguaje de la mar se habla de condenar la máquina cuando el motor más a que ayudar al barco en la situación en la que se encuentra puede empeorarla. Y entonces el capitán decide "condenar la máquina" esto es, inutilizar los motores, como pasó en el Prestige. Su puesta en marcha puede hacer aumentar las vibración sobre toda la estructura, debilitarla y finalmente, llevarla a que se parta y, con esto, al naufragio. Es una medida extrema. Se lleva a cabo en momentos en los que no se está seguro que con sólo apagar los motores sea suficiente, porque quizás alguien quiera, pueda u ordene ponerlos en marcha sin atender a las consecuencias, y para evitarlo se "condena", se hace un auto-sabotage. Tal parece con la parada de Vodafone en España, la que quizás acabe por hacer Terra y con la reciente de Blogger/Google , que deshizo buena parte del trabajo de los últimos días, llevando a algunas bitácoras a un pasado relativista, mientras su máquina seguía condenada. Es un buen momento para reflexionar sobre algunas cosas de este Mar Interior, de sus pretensiones y objetivos, de lo que es y de lo que quiere ser, de a dónde se encamina y para qué sirve, de si la máquina debe ser condenada o no. Hay aún mucho que contar.

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