viernes, 26 de noviembre de 2004

Todas putas y tristes

El bonísimo de Jaime, en su decadencia del ingenio, con su habitual, tranquila y pausada inteligencia, habla de García Marquéz, su libro, y las/los nuevas/nuevos censores advirtiendo que...

"quienes protestan cometen al menos dos errores que dejan claro que no saben leer. Primero, confunden autor y protagonista. Toda la literatura tiene al menos algo de autobiografía, pero eso no significa que García Márquez sea un pederasta, que Nabokov sea otro pederasta, un jugador de ajedrez desquiciado y un millonario con problemas, que Martin Amis sea un director de anuncios de televisión alcohólico, que Cervantes estuviera mal de la cabeza, que el tío de Shakespeare hubiera matado al padre del dramaturgo para casarse con su madre, o que Arthur Conan Doyle fuera un detective morfinómano que tocaba el violín en sus ratos libres. El segundo error es pensar que toda la literatura ha de ser hermosa y edificante. Que no hay que usar tacos, que los malos han de sufrir mucho y que se ha de hacer justicia con los buenos por muy mal que lo pasen en las páginas de en medio.Este error es más frecuente en las artes plásticas: sólo se consideran artísticos los cuadros bonitos y las esculturas que quedan bien en los rincones. Pero también es frecuente en los libros. Por volver a Amis, muchos creyeron que hacía burla del holocausto cuando publicó Time's arrow, en la que la conciencia de un médico nazi observaba su vida en orden cronológicamente inverso".
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jueves, 25 de noviembre de 2004

La agenda
Un jardín parabólico

En materia informativa, contra lo que suelen pensar la mayor parte de los consumidores de información, aquellos que se asoman a los medios de comunicación, y en este caso, a la televisión, que es el jardín que nos ocupa, las noticias siguen un orden, una agenda. No suelen ser algo imprevisto, si no al contrario, algo previsto, aunque su resultado no siempre sea el esperado. Los periodistas dependen no sólo de las fuentes sino de las actividades de los que ellos han dado en constituir como protagonistas, a los que siguen de acuerdo a un plan, lo que hace de su trabajo una sucesión ordenada de sobresaltos más o menos previsibles, y cuando el sobresalto no existe, se inventa o magnifica, construyendo así lo que damos en llamar actualidad informativa que no es otra que una rutina casi funcionarial en la que se hacen elogios de la novedad constantes para salvarnos del aburrimiento.
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miércoles, 17 de noviembre de 2004

La anomalía

Un jardín parabólico
La anomalía acaba por ser que este acto, que esta atrocidad seca y fría, haya sido registrado por una cámara de televisión de un periodista encalomado, usando el verbo propuesto por Pérez Reverte, y que la constancia de este hecho haya llegado a las televisiones de medio planeta en la que la reciben con horror, como si cosas como esas nunca fuesen imaginadas, en la que actos tan despiadados no hubiesen sido tan siquiera supuestos, llenando las tertulias matutinas y noctámbulas de aseveraciones en las que se afirma que suponemos que existen otros "desastres de la guerra" que estamos dispuestos a admitir, pero no el crimen emitido, más o menos entrecortado, ya de origen, en estos pasados días.
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miércoles, 10 de noviembre de 2004

La prometida princesa
Un jardín parabólico


Más, más allá del jardín está el bosque. Eso lo sabe el jardinero que cuida de las lindes, hechas de buenos muros de piedra, con las que aleja lo salvaje de lo ordenado, lo oscuro de lo definido, lo temido de lo tranquilo. Al otro lado de la muria está lo desconocido y lo peligroso, aquello de lo que se advierte en los cuentos infantiles, lo que no debe ser penetrado, puesto que el peligro habita en él. Aunque el jardinero haya construido en su lado un jardín inglés repleto de altos árboles y senderos que serpentean por su interior es conocedor de que sólo es un leve reflejo de la realidad que se extiende monte arriba, infinito en la apariencia, al otro lado de la frontera que tanto cuida. Dentro del jardín hay un bosque, es cierto, pero no el bosque, que es la llama de lo salvaje que habita en todo ser, y que nada tiene que ver con la realidad reconstruida en el jardín, como poco tiene que ver la realidad con la verdad reconstruida del mundo que la televisión fabrica.

(../...) sigue